Hay partos que se complican de sobremanera pero que tienen como recompensa la bonita cara del niño, algo parecido aunque infinitamente menos doloroso es lo que ha pasado con la compra del traje del novio. Tras dos intensos días recorriéndonos las tiendas de toda Extremadura, el artista ya está apañao para la función más importante, nuestra boda.
El primer día, lo empezamos con muchas ganas, energía e ilusión, mi séquito de asesores (mi madre y mi hermano) y yo. Ya en las primeras tiendas comenzaron los primeros debates, poco intensos al principio ya que concluíamos que lo mejor era ver más. A medida que pasaban las horas y las tiendas los debates subían en intensidad y no por ello dejaban de ser interesantes: “ que si con bastón y sombrero irias bien” decía mi hermano, “que si con traje corto no irias mal” decía mi madre… vamos que se debían pensar que se casa Willy Fog o alguno de los hermanos Peralta. Ese primer día aunque agotador fue de lo más enriquecedor aprendí mucho sobre estilos, prendas, telas, colores, etc, (lo tendré que poner en mi curriculum).
El segundo día fue más relajado. Fue en la segunda tienda donde hubo una clamorosa unanimidad entre todos los presentes, cuando me vieron vestido todo el mundo coincidió: “Marquitos hijo no estás guapo, estás lo siguiente” y la verdad que cuando me miré al espejo, ilusionado pensé en las caras de las personas que sé que se van a alegrar y a emocionar por verme radiante y feliz ese siete de Septiembre.
